29.12.06

Sépanlo


Voy a estar ahí.

La imagen mostrada tiene fines ilustrativos y puede diferir (pero no, es sólo que no tengo escáner).
Entrada de The Who (C) 2006 Gerund Enterprises

28.12.06

Cosas que –por suerte– pasan

Algo maravilloso sucedió el otro día: tuve una charla muy extraña que, despojada de algunas precisiones personales y cuestiones coyunturales (yo estaba en el trabajo), compartiré con ustedes. Estimado público, queridos lectores, tías gordas, los invito a espiar el Messenger de Juan Solo:

Session Start (espiritu_guia@hotmail.com:[u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]): Thu Dec 21 10:48:15 2006
[10:48] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): perdón por la intromisión, pero me llama la atención verte ahí y por eso quiero preguntarte: ¿nos conocemos?
[10:49] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: no
[10:49] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: lei tu blog y me gusto
[10:49] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: tmb me baje 2 canciones q no se si son tuyas
[10:49] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): :)
[10:49] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): ey, ¡qué buena onda!
[10:49] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: =)
[10:50] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): supongo que sí, ¿son las del EP?
[10:50] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: sip
(...)
[10:58] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): che, ¿y cómo llegaste al blog? ¿y a mí? ¿por qué me escuchaste? ¿qué te gustó?
[10:58] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: la poesia digamos
[10:58] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: buscando q leer por internet lo encontre
[11:00] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: porke la verdad tenia ganas de escribir
[11:00] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: y necesitaba inspiracion y asi lo encontre y me re gusto
[11:00] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): ¡mucho! ¡qué genia!
[11:01] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): ¿y escribiste algo "bajo mi inspiración"?
[11:01] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: si, lo que necesitaba =)
[11:01] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: era mas bien "cosas del corazon"
[11:01] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: eso q no se puede decir vite
[11:01] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: y de alguna forma hay q decirlo para q no dañe
[11:02] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): lo lograste, entonces
[11:02] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): ¿y puede leerse eso en algún lado?
[11:02] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: mmmm
[11:03] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: deberia hacerle unos arreglos
[11:03] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: porke escribi todo, largue todo digamos y es bastante privado y no se si me gustara q alguien lo leyera
[11:03] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: es mas bien una carta que nunca se eviara
[11:03] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: enviara*
[11:05] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): bueno, yo no te obligo a nada... pero que me gustaría, me gustaría
[11:05] Juan Solo (http://jardindeinstantes.blogspot.com): además es justo: a fin de cuentas, vos leíste mis porquerías y escuchaste mis pifies
[11:06] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: no es porkeria lo q escribis
[11:06] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: yo nunca escribo
[11:06] [u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]: aunke me gustaria
(...)
Session Close ([u][c=4]Tu Alma Es La Fuerza - ROCANLOVER-[/c][/u]): Thu Dec 21 11:21:51 2006

26.12.06

Alguien por ahí

Sólo porque no quiero irme, usé la pluma del gran Isidoro Blaisten para dejar algún trazo por aquí los otros días. Sólo por estar.

No quiero abandonar este jardín que, aún cubierto de malezas y con la pintura de la verja descascarada, me pertenece y da cobijo, este terrenito insignificante que me brinda cada tanto el placentero privilegio de ver crecer alguna planta desgarbada en sus pocos metros cuadrados de tierra pedregosa. En este pastito corremos y dormimos, y escribimos, y leemos, y algunos amigos se tienden al lado de desconocidos queridos a descansar bajo un árbol. Y eso está bueno.

No voy a prometer, entonces, un regreso (cargo con demasiados sobre mis espaldas), aunque sí un poco más de constancia. Ya actualicé Fotos de Lily y acá estoy, haciendo lo propio en el Jardín. Espero que haya alguien por ahí para leerme.

20.12.06

Marroquíes en la marroquinería

"Nosotros, los chuscos del barrio, los procaces muchachones, solíamos decir tilinguerías, chascarrillos referidos al mundo del cine. Solíamos decir, por ejemplo, 'Macarrone' en lugar de Mickey Rooney, 'Jugo del barril' en lugar de Hugo del Carril, y 'Tirame del pulóver' en lugar de Tyrone Power. Creo que ahí descubrí la literatura, el lenguaje y sus acechanzas, la ambigüedad y coherencia de la lengua. Mi madre, mis cinco hermanas y la tía Fermina se estaban riendo de alguien a quien el saco le había quedado corto como una torera, como una torerita. A Tyrone Power, que lucía la torera, la torerita, había que tirarle del pulóver.
"Cincuenta años atrás había descubierto que era mucho más lindo ver marroquíes en la marroquinería que carteras de cocodrilo, era mucho más lindo ver zíngaros en la zinguería que pedazos de hojalata en las vidrieras, y que no importaba el verdadero significado de la palabra torera, el verdadero significado de la verdad, porque la literatura es eso, la más hermosa de todas las mentiras."
Isidoro Blaisten, Cuando éramos felices, Argentina, 2006

23.11.06

Escribir

Escribir. Escribir por algo o para algo. La palabra como medio o fin. En este caso, como ambos. Como medio de hacer tiempo hasta que termine de grabarse el lado A del casete de los Byrds. Como fin, para llenar esta hoja mezquina con algo medianamente vivo. Tal vez más vivo que yo: acá estoy, vestido únicamente con el pantalón de mi pijama, rondando las tres y media de la madrugada de un jueves.
Qué absurdo es todo. La inspiración no existe.

22.11.06

Esas guitarras de mierda de los Flaming Lips

Caminaría mejor solo, ¿no lo ves? No, ¡cómo habrías de reparar en eso con "Lightning Strikes the Postman" estupidizándote! Esas guitarras de mierda de los Flaming Lips, pensé antes, cuando estábamos acostados y dos moscas fornicaban sobre tu pie sucio; y lo repito ahora, en el formidable racconto que desarrollo mientras el rocío del pasto nos moja las pantorrillas y vos hablás, hablás estúpida, vana, estéril, inicuamente.

25.10.06

Pomelo se fue

Pomelo se fue. Finalmente sucedió anoche. Le dimos la inyección, él inmóvil y Juli llorando y después, bajo el ciprés, oficié de enterrador. Fue impresionante, los terrones negros de tierra negra en la noche negra cayendo sobre ese bulto en el fondo del pozo, ese bulto envuelto en una sábana vieja, ese bulto que supo ser mi perro. Se quedó bajo el ciprés y la lluvia de hoy empezará la tarea incesante.

11.10.06

La ventana tapiada

Cuando miró por la ventana, Alfonso recordó que había sido tapiada tres años atrás: los tablones cruzados, desprolijos, se lo hicieron notar. Halló entonces una explicación para la oscuridad permanente de la habitación, oscuridad que él había atribuido a la noche polar. Por supuesto, nadie en todo Buenos Aires se creería cerca de los polos, pero Alfonso no sabía a ciencia cierta hasta dónde se extendía el cielo nocturno de la Antártida, por lo que se permitía creer en esa hipótesis y en cualquier otra que se le ocurriera.
Diría que me pasó lo mismo, excepto por que no tengo ninguna hipótesis y todo acaba en la ventana tapiada.

4.10.06

De asistencia obligatoria

Será este viernes. El Zombienauta, un cantautor con la capacidad del viaje permanente -aún anclado en la canción-, creará canciones en el aire y hará mucho de nada. Rimbaud lo observará desde una nube a su diestra y Donovan estará sentado en su hombro.
Como si esto fuera poco, la presencia estelar de los saltimbanquis Carmen promete mucho... mucho más de lo que puede arruinar quien les escribe con sus coros desafinados, la guitarra trasteando, una sufrida armónica y percusiones varias (todas a destiempo). ¡No se lo pierdan!

3.10.06

Cualquier día de estos

No soy mi amigo, aunque igual estoy molesto conmigo. Por ahora elegí ignorar la cuestión, pero cualquier día de estos me mato con la indiferencia. Sería un suicidio bárbaro.

Estos dedos

Mis preocupaciones nunca les importaron, y es natural: estos dedos, por más míos que sean, deben excitarse más por la ausencia del alicate, por el frío del vidrio, por el recuerdo de una piel o por el lavado de platos que por cualquier pavada pretendidamente literaria que pueda ocurrírseme un metro más arriba, en la lejana cabeza.
Si entreno a mis dedos lo suficiente, tal vez puedan correr ellos solos sobre el teclado y contar las historias que jamás logré trasladarles.

27.9.06

Mi muerte de hoy

Esto de trabajar en una oficina administrativa es como morir un poco todos los días. Aún así, me siento ante la pantalla y abro esta ventana, dispuesto a robarle algo a esta tarde miserable. Y gris. Los tubos fluorescentes no logran hacer nada -nunca lo logran- y debo apagar mis oídos para sobreponerme a Maná.
Suena el teléfono. En horario de almuerzo nunca van a encontrar a nadie. No hay esperanzas. Le digo a mi interlocutor todo eso, aunque con otras palabras, palabras que, de tan usadas, ya no brillan y perdieron, incluso, el sentido. Ajadas, descoloridas, mantienen la sonoridad, pero ya no representan nada. Tras uno o dos minutos de repetir bunga bunga o wala wala, corto.
Apuro mi café soluble. Está frío, pero aún sabe a recreo, a libertad. Al beberlo no pienso en nada y me limito a sentirlo, deslizándose por mi inhóspito interior, por zonas olvidadas por el convenio laboral. Mi estómago me pertenece y soy libre de hacer con él lo que se me antoje.
Suena el teléfono otra vez. Cucamonga, digo; cardamomo y corto. Miro la pantalla y su vasta inmensidad blanca me parece imposible de llenar.

22.9.06

Apollonia cumple, Juan Solo dignifica

En este día tan especial se cumple algún aniversario (con las damas eso nunca se sabe a ciencia cierta) del nacimiento de Apollonia, mente maestra de Puede fallar e hija dilecta de este Jardín. Todos los que llevamos a cabo este emprendimiento (o sea, yo) le deseamos toda la felicidad que merece. Y que sea con salú.

Final feliz

-¿Te quedás?
-Sí.

19.9.06

Mi última visión

Aullo y me enrollo, me enderezo y endurezco, me hundo rígido y emerjo cristalizado, me derrito, me condenso y caigo; ante el golpe me rompo y junto las piezas, las guardo en el bolsillo de la camisa y espero hasta que llegue la mañana; ante las primeras luces las coso, me coso y, con algunas hebras de luz, me hago un bordado dorado que me queda muy mal, lo descoso y me descoso, me pincho con la aguja y exploto, me disuelvo en el aire y, como hace el humo, me desvanezco ante mis propios ojos. Es lo último que veo antes de que se disuelvan también.

14.9.06

Love & Liberté. Capítulo 3

Nota del autor: En ésta, mi hora más oscura y, tal vez, aquella en que se sienta el tronar de los cuernos del apocalipsis en toda la extensión de este humilde Jardín, me permitiré el placer de desentrañar el demorado y olvidado final del pseudofolletín que di en llamar Love & Liberté ¡A vuestra salud, Romau!

(Viene del capítulo anterior)

Nicolás Reyes se había atragantado con una aceituna. Nunca se supo qué era lo que quería comunicarle a los demás, pero la gracia de todo está en que se trata de los Gipsy Kings, que Love & Liberté es el título de un disco del grupo flamenco, que Nonesuch Records es la compañía que los edita y que, efectivamente, tienen sus "headquarters" en una villa de piedra, cerca del pequeño pueblo de St-Andre-de-Bueges, al sur de Francia.
Va dedicado a todos aquellos que criticaron la primera aparición -azarosa- de estos músicos en el blog. Faltó suspicacia, muchachos, ¿realmente creían que inventaría esos nombres?
En fin, eso. Después se fueron todos a ensayar, o algo así.

~ F I N ~

1.9.06

Desesperado, secuencia 1

Tengo que escribir algo. Lo que sea.

11.8.06

El primer mail que leí esta mañana (o Cuán dulce es el mundo del cantautor)

From: pablo zamorano
To: juansolo@datafull.com
Sent: Thursday, August 10, 2006 4:55 PM
Subject: Juan SOlo en la radio



hola
escribia para comentarte que hoy en FM Cristal 98.7 de Olavarria en el programa Mar de GEnte que va de dos a seis de la tarde , difundimos tu EP otras tres maneras de decirte lo mismo , en una seccion semanal de difusion de musica de descarga gratuita en la web, pasando el dato de cómo descargar los temas. cualquier repercusion serás notificado.

Muy Bueno, y gracias por la actitud de hacer y distribuir .

Pablo Zamorano

1.8.06

Viajando con Satán

"Este no es" dijo la señora, dejando caer el boleto de tren que acababa de levantar del suelo; "yo saqué boleto, Satanás, devolvemelo", suplicó. La súplica se volvió luego grito, orden, amenaza; la vieja vociferó mientras caminaba hacia el fondo del vagón, siempre repitiendo la misma cantilena: "Satanás, devolvemelo".
No quiero imaginarme los problemas que habrá tenido con el guarda. No debe ser fácil viajar con Satán. Menos en el Sarmiento.

31.7.06

Cosas que pasan en mi barrio

Los supermercados son lugares insólitos. Su vulgaridad colorida, grandilocuente y gritona suele ponerme nervioso, pero reconozco que cualquier cosa puede suceder en esos recintos pop. Anoche, sin ir más lejos, viví la siguiente escena en el Plaza Vea en que me perdí buscando un destapacañerías: un nene y una nena, con aspecto de hermanos, destapaban y olían los desodorantes.
-¡Qué rico este! -dijo la nena acercando un envase a la nariz de su hermano.
-Es cualquiera -afirmó él-, el que tenemos que comprar tiene olor a papas fritas.
Sonreí. Cada vez me gusta más mi barrio nuevo. Si llega a existir ahí el desodorante de papas fritas, no me mudo más.

26.7.06

Las visitas

Cuando pasé por acá y noté que no faltaba demasiado para llegar a las 2.000 visitas me invadió la vergüenza. Toda esa gente que se aventuró por este Jardín esperaba algo de mí mientras yo, indolente, me pintaba las uñas de los pies y masticaba vulgarmente un chicle. (Eso no es cierto, pero la imagen es por demás gráfica.)
No puedo evitar la decepción de algunos (como quienes cayeron acá buscando en el Google "carbotype papel carbonico", "cantata de puentes amarillos comentario", "education pietro parla tedesco" o "samsung sq-3000", entre las cosas que me buchonea Statcounter), pero quiero creer que otros se habrán ido satisfechos tras leer alguna de mis porquerías. No me engaño, la mayoría de las visitas duró menos de 5 segundos, pero esa persona que se quedó entre 20 minutos y una hora me alcanza, y mi felicidad es -casi- completa con las ocho que anduvieron por acá más de una hora.
¡Y ni hablar de los países! ¿Cómo explicar las visitas de Estados Unidos, Brasil, España, Francia, Uruguay, Gran Bretaña o Portugal? Tiene que ser un error. Todo esto no debe ser más que un inmenso error. Intentaré estar a la altura de las circunstancias. Soy un experto en errores.

Love & Liberté. Capítulo 2

Impertérrito, Nicolás Reyes recibió a los hermanos Diego, Paco y Tonino. Los Baliardo cayeron con unas pizzas, en un noble gesto que los enalteció ante los ojos de los Reyes (con la excepción hecha por Patchai, quien se quejó del olvido -"imperdonable", agregó- de algunas porciones de fainá). Tras cortar el itálico alimento en trozos de no más de 3 centímetros cuadrados y sumergirlo, de acuerdo al uso local, en un gigantesco bol de cous-cous, los siete hombres se aprestaron a disfrutar del refrigerio usando palitos chinos, como auténticos ciudadanos del mundo.
-Solicito vuestra atención, amigos -empezó Nicolás Reyes y su voz hizo tronar el recinto-, ya que es necesario abocarnos a la resolución de un grave problema que se cierne sobre el mundo.
-¿Ahora mismo se cierne o puedo tomarme un Uvasal? -preguntó Tonino Baliardo mientras se desabrochaba, con vano disimulo, el primer botón del pantalón.
-Es ahora mismo, hombre, deja esas manos quietas y escucha -lo amonestó el mayor de los Reyes.
-Oh, Dios mío, ¿qué es eso? -preguntó Pablo Reyes, alarmado, al tiempo que señalaba una presencia misteriosa.
-Es una aceituna -intervino Paco Baliardo-, Pablo; pedimos una con aceitunas también. No te asustes y come.
-Ah.
-¿Alguien va a escucharme o quereis que me quite el cinturón y os escarmiente? A ver, vosotros, -rugió Nicolás Reyes, fulminando con su mirada de fuego a Pablo y Paco- comed y dejaos de tanta marimoña. Escuchadme todos, lo que sucede es...
El hombre no pudo continuar. Un rojo bermellón tiñó su cara y cayó al suelo sin emitir un solo sonido más. La alfombra persa acogió las convulsiones.
(Continuará)

12.7.06

Adiós, amigos

Es difícil escribir algo respecto a esto o, aún, escribir algo. Tampoco puedo omitirlo, aunque por suerte descarté la ocurrencia original de incluirlos en un nuevo capítulo de Love & Liberté.
No sé cómo lidiar con estos reveses de la realidad, si la idea de este blog fue evitarla siempre que se pudiera.
Lo cierto es que Moro no está más, que Syd se fue y que mi Gato y Floyd favoritos de todos los tiempos están muertos. Nada puedo decir al respecto.
Vaya mi humildísimo homenaje a ambos con sus queridas presencias en este Jardín.
(Las imágenes fueron tomadas de los flogs de Los Grillos y los Zorros Petardos Salvajes).

11.7.06

Love & Liberté. Capítulo 1

Con el destino del mundo en sus manos una vez más y sin el menor atisbo de duda, Nicolás Reyes pulsó el intercomunicador. Canut, Pablo y Patchai acudieron presurosos al llamado de su hermano. Un mensaje, llegado intempestivamente desde las oficinas de Nonesuch Records, sacudía la calma del secreto cuartel general e imponía una acción inmediata. Sin titubear, Nicolás se comunicó con la otra mitad del grupo, los hermanos Diego, Paco y Tonino Baliardo, quienes volaron urgentemente rumbo a la base de operaciones en la villa de piedra perdida, cerca del pequeño pueblo de St-Andre-de-Bueges, al sur de Francia. Los Baliardo, siguiendo una tradición histórica, cantaban "Volare" en el aire.
(Continuará)

16.6.06

Diecisiete horas

"El regreso de la aurora es un hecho", piensa Jaime al mirar el cielo rosado de Madrid. Tras una larga noche con ínfulas de eternidad, este sencillo instante brilla de otra manera y él se pierde en tribulaciones improductivas, con la seguridad de quien conoce al sol que habrá de salir en unos minutos. Le ha visto la cara y sabe que sonríe. Entretanto, la madrugada le da un último beso y se despide, con las mejillas frías de tanto esperar.
Dentro de algunas horas, apenas diecisiete, la vigilia habrá terminado y ya no tendrá en el bolsillo del gabán el ticket que ahora acaricia nerviosamente. Dentro de diecisiete horas estará en el concierto de los Gipsy Kings.

9.6.06

Sobre las caídas

Los pocos que quedamos sabemos de nuestra fragilidad, del carácter inestable de nuestras extremidades, sean éstas ocho patas de araña o cinco de gato. Siempre caemos. El más mínimo desnivel, cualquier baldosa levantada en la vereda, alcanzan para hacernos tropezar y caer sonoramente de culo o, en el mejor de los casos, trastabillar unos metros para, finalmente, recuperar el equilibrio como un triunfo y seguir caminando.

8.6.06

Debut

A las fotos con que me obsequiaron Ceci y Fioro pude sumar, gracias a algún aporte desinteresado, cuatro instantáneas de Rafael Paz, un tipo a quien no tengo el gusto de conocer, aunque admiro lo que ve a través del lente. Aquí, un vistazo a mi debut: el Zombienauta, estelar coequiper, adornando las canciones de este Juan (no tan) Solo.

6.6.06

(...)

Porque, sí, también estoy un poco cansado.

Autorretrato

Ahora debería escribir algo sobre la presentación en Antiguas Lunas, siento que es necesario pero, al mismo tiempo, no tengo ni un poquito de ganas. Visito el Jardín por compromiso y le doy un obligatorio beso sin boca en la mejilla morada a la tía más gorda, esa que me aprieta, me pellizca y me pregunta si quiero más a mi mamá o a mi papá. Y qué sé yo, tía, qué sé yo a quién quiero más (o si quiero a alguien). Dejame jugar tranquilo. Bueno, quiero un pedacito de pastafrola. No, más chiquito.
Y no sé a qué viene esto. Acabo de mirar las estadísticas y sigue llegando gente de todos lados, gente que no conozco, a leer lo que escribo. (Alguien se quedó durante más de dos horas: o recorrió los archivos y se leyó todo o se olvidó de irse.) El show debe continuar, grita una voz engolada desde el costado; no tengo que sacarme el bonete, pero la verdad es que me molesta y, además, acaba de romperse el elastiquito cruzándome la cara como un latigazo.
Lo cierto es que, si bien yo sé que muchos de ustedes -y de noustedes- están, también extraño a otras personas o cosas o sensaciones que no me queda claro si extravié o nunca tuve. Tal vez sea sólo la sensación, el sentimiento de pérdida, de vacío; soy como un muñequito de papel que alguien tiró al agua que corre al lado del cordón y que, ante el desastre climático inminente, empieza a pensar en la próxima boca de tormenta.
Quisiera escribir tantas cosas positivas, notables, maravillosas; me gustaría que al menos alguien viniera todos los días con la certeza de que lo sorprenderé y que no se lleve una decepción, un no tengo ganas, un aplazo. Pero no puedo.
Estimado lector, si es que has llegado hasta aquí: debo advertirte que soy contradictorio y tal vez todo cambie en los próximos 15 minutos, aunque estoy seguro de que entendiste la mitad de lo leído y menos de una quinta parte de lo que quise expresar. Si es que quise expresar algo.

26.5.06

Recordatorio


Anoche estuvimos ensayando con José y la Anto en el Molino y sólo les diré algo: va a estar bueno.

16.5.06

Mis treguas

Si hay alguien que evita que viva en guerra permanente con el mundo, sos vos. Mi belicosidad pierde ante un beso tuyo y llevás en las manos todas mis treguas.

2.5.06

Menos que cero

Soy mi primer detractor, lo supe siempre, y ahora, con los ceros arremolinándose a mi alrededor, pienso que tal vez hubiese sido mejor no apresurarme. "Deme algo que borre, que me borre, que nos borre a todos y haga desaparecer todos esos ceros, esas ausencias, esos agujeros invisibles" dije, casi gritando, al dependiente quien, sin dudar, me sugirió "Lleve de éstos, señor. Importados. Son los mejores", al tiempo que alargaba sobre el mostrador el paquetito cónico verde. Lo tomé sin vacilación, olvidé pagarle y me dirigí a casa, sin atreverme en todo el camino a mirar el bulto que llevaba apretado contra mi pecho. "Es frío", pensé, "y no pesa casi nada".
Ojalá hubiera pasado algo que me detuviera, cuánto quisiera que alguien me hubiese frenado.
Abrí el paquete, destrozando el papel de estraza. "Papel ordinario", atiné a pensar, aún en medio de mi frenesí. La revelación del contenido no pudo turbarme más.
Los ceros me rodean ahora y, tranquilo en mi hora final, creo que el boicot pudo haber sido todo lo demás.

18.4.06

Desengaño

Esto es una farsa, confesémoslo: nadie va a leer lo que escribo si no consigo hacerlo salir a través de mis dedos. Y si tengo que tomarme el trabajo de escuchar lo que pienso, ordenar las palabras mentales y traducirlas a palabras humanas y, luego, sobrellevar el enorme esfuerzo de presionar botones grabados con símbolos convencionales representando letras, ¿de qué manera se vería retribuido todo eso con el paso fugaz de algunos pares de ojos sobre mis renglones? ¡No tiene ningún sentido!
Ahora tengo la certeza: seré un vagabundo y mantendré, en silencio, frondosas conversaciones conmigo mismo. Que los demás se vayan a criar malvas.

17.4.06

Plan

Esperaré a la vida despierto y preparado, con el pelo recién peinado y todo empacado en la valija celeste. Mientras ella suba las escaleras, yo ensayaré frente al espejo del vestíbulo mis mejores caras, para intentar sorprenderla como a una lechuza. Hasta que llegue despacharé esas cartas y quemaré las demás, las marcadas, las que usé para hacer trampas durante años y que ya no necesitaré. Eso sí: cuando toque el timbre, fingiré que no estoy. No se la pienso hacer fácil.

13.4.06

Blanche et moi


-Vamos, Blanche, olvidemos todo. Sé que soy torpe y que no sé tratarte, que no respeto tus tiempos y me cruzo siempre; lo sé todo. Pero también sé que te necesito y me necesitás; por favor, blanquita, perdoname.
-¡Tata-tata bururúm bururúm swishhhhhh!
-Gracias. Yo también.

4.4.06

Otra canción inconclusa

Si camino solo y sin cantar
es porque no creo en nadie más
y yo sé que la ciudad se va a comer este dolor
y esta noche todo, todo irá mejor.

Cruzo calles, llego al boulevard
con las suelas sucias de realidad.
Veo cuervos que me miran desde los postes de luz,
pero yo no cargo ya ninguna cruz.

Siento el pelo crecer en la nuca.
Siento el temor trepar más que nunca.
Cientos de ellos y una pregunta.

Perro malo

Quieren que nos conozcamos: no lo haré. No me conozco ni pretendo conocer a nadie en un minuto. Ni en más tiempo, porque no se trata de eso. Es una cuestión de principios. Eso de andar olisqueando a los demás, a mí, la verdad, no me va. Yo tengo pedigree. Y soy un perro malo.

28.3.06

Vientito del Paraná

Puta que estaba lindo Dorian Gray, entrecerrando sus ojos de hoja de soja y mojando las patas gráciles, núbiles, en el agua fresca del mediodía litoraleño. Eran piernas de quimera, las del muchacho, y boca de Dios.

El Marqués lo acompañaba y Sofanor Cardozo, el resero, calentaba al fuego las herraduras para sus dos convidados.

Dorian recitaba versos perversos y Donatien Alphonse François, que no era otro que el Marqués de Sade, los anotaba dequerusa en un cuaderno Avon, rayado, con espiral.

Cuando los herrajes estuvieron listos, don Cardozo llamó a los zánganos con un zumbido. Como sólo acudieron abejas macho, ansiosas de exhibir su virilidad revoloteando alrededor de él, el viejo se dirigió directamente a los dos amigos con un par de silbidos cortos, de los que antaño usara para llamar al Cachafaz. Esta vez tuvo éxito y Gray y el Marqués resultaron herrados. También el resero estaba errado, ya que había calentado cuatro herraduras para dos personas que daban toda la impresión de manejarse en dos piernas.

Entonces se comieron las dos herraduras sobrantes, calentitas, con el mate. Y se fueron.

22.3.06

Los perros que se van


“Iba a llamarse Pamela, pero terminó siendo Pomelo”, dijo Juli a nuestros padres. Los criadores no pudieron evitar un involuntario rictus de horror ante los argumentos irrefutables de una nena de 11 años que sostenía en brazos a uno de los cachorros más chiquitos de la última camada, hijo, nieto y bisnieto de campeones, con todas las características de un Airedale Terrier legítimo y el nombre en regla de Eliat de Ayar Chehua. De más está decirlo: la nena se salió con la suya y Pomelo llegó a casa. Yo tenía 13 y ese fin de año me iba a Bélgica, por lo que prácticamente nos cruzamos en la puerta, la bolita peluda y yo.
Nos encontramos a mi regreso, yo distinto y él casi irreconocible. No nos importó y corrimos, rodamos en el pasto, nos mordimos, gruñimos y nos pusimos sobrenombres tontos.
Hoy, 13 años después, Pomelo está en una jaula impersonal en un hospital veterinario de Morón. Tiene dos sondas en el cuerpo, hace 24 horas que está internado y sigue con la arritmia cardíaca con la que entró. Está viejito y, si entiende lo que está pasándole, se habrá ya preparado para otro viaje, más largo que los de las vacaciones de mi adolescencia, sin posibilidades de sacar el hocico por la ventanilla ni babear con los belfos los vidrios. O no. A lo mejor, los perros que se van pueden viajar por siempre en auto. O no: a lo mejor no se van nada.

18.3.06

Tout a été dit cent fois

Todo se ha dicho cien veces
Y mucho mejor que por mí
Por eso cuando escribo versos
Es porque me divierte
Es porque me divierte
Es porque me divierte y váyanse a tomar viento.

Boris Vian, Je voudrais pas crever, Francia, 2000

17.3.06

No vivo

Estar acá es
como bucear por dinero en las aguas densas del Riachuelo,
como arrojar cadáveres desde un helicóptero,
como limarme los dientes,
como coserme los ojos,
como juntar verduras podridas al costado de la vía del tren,
como comer cartón mojado,
como vivir en Liniers bajo la autopista,
como criar verrugas bajo las uñas,
como dormir sobre un perro sarnoso y purulento.

Las horas que vendo son irrecuperables y
mi sueldo no alcanza para comprar
todo lo que no vivo.

Me siento minimizado y
embrutecido
como Kafka en la compañía de seguros.

Cualquier día me muero.
Y deberán buscar otro administrativo.

13.3.06

Villa Luro, diez años después

Hace casi diez años me bajaba del tren en Villa Luro, cruzaba el puente sobre las vías y tomaba la calle Víctor Hugo hasta Moliére; las mañanas eran soleadas y yo confraternizaba secretamente con los escritores que, habiendo pergeñado maravillas, terminaban dando nombre a calles que nacían entre la autopista y el andén y se desdibujaban en la avenida Juan B. Justo. Yo estaba destinado a grandes cosas, escribía como Arlt y daba forma a mis primeras canciones (o letras, en realidad; apenas cuatro o cinco estrofas con una melodía sobrevolándolo todo y obligándome a cantarla una y otra vez para que no se me olvidara) y tenía tiempo: era muy joven, un muchacho realmente prodigioso.

Y esas mañanas de Villa Luro estaban llenas de luz naranja, y yo me dirigía a mi primer trabajo parando en cada esquina a garabatear una idea genial en mi block. Acababa de terminar el secundario y estaba dando ya mis primeros pasos en una carrera artística, convencido de que en tres o cuatro años más sería un cineastaescritormúsicopensador. Mi generación aguardaba por mí.

Y esas mañanas de Villa Luro eran apenas el preámbulo de lo que vendría después, a la salida del trabajo, tras un corto viaje hasta Caballito. Ahí vivía mi novia, mi primera novia, mi real y único amor, aquella por la cual estaba dispuesto a morir y matar. Ésas eran las tardes rojas, las noches violetas, los dos hablando sandeces y emborrachándonos en el Parque Rivadavia, llevando símbolos de la paz y escabulléndonos de madrugada hasta la terraza desierta del edificio de ella para coger bajo el cielo nocturno, con la castidad y la pobreza de los 18 años.

Hace casi diez años de todo eso. Hoy me bajé en Villa Luro para ir a la casa de un amigo, que está de vacaciones, y ver si todo estaba en orden. Repetí de memoria el camino de mis recuerdos hasta el 600 de Moliére y subí a su departamento. Una vez ahí, tras la búsqueda infructuosa de algo mejor, me preparé una taza de café soluble con el contenido apelmazado de un frasco olvidado en el estante más alto de la alacena y me senté en la mesa a escribir esto.

10.3.06

Ricardo

Esa mañana buscó mecánicamente el revolver en el último cajón del escritorio, lo cargó y lo guardó en el bolsillo derecho del saco mientras preparaba café. Fue precisamente la Volturno haciendo gárgaras calientes lo que lo despertó, lo que hizo que notara de repente ese peso en el bolsillo, pero se sintió tan cansado que dejó todo como estaba. Ricardo arrastraba tras de sí un cansancio de siglos.
En la recepción de la primera empresa que visitó se repitió la misma escena de todas las mañanas de su vida.
-Buenos días, tengo una cita con el Ingeniero Nollmann -se anunció Ricardo.
-Cómo no, ¿su nombre? -preguntó jovialmente la secretaria.
-Tapia. Ricardo Tapia.
-¿Como Robin? -dijo la chica con una sonrisa.
-Exacto -dijo Ricardo. Y le descerrajó un tiro en la frente.

Distancia

Es la distancia lo único que compartimos, así que no sé de qué te reís, no sé cómo hacés para no sentir la gigantesca burbuja que late entre ambos, esa burbuja que cualquier día revienta y nos deja cubiertos de nada a los dos.

7.3.06

Ciencia [dedicado a A.]

En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un cristal muy pequeño y muy extraño.
Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso detrás de tu ojo, y más adentro luces que se encienden y se apagan, luces enfermas que no consiguen arder; son tus pensamientos. Si oprimes entonces el cristal en el sentido del eje medio, tus pensamientos adquirirán claridad y justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave del Universo todo, sabrás por fin contestar hasta el último por qué.
En algún lugar de Marte se halla ese cristal.
Para encontrarlo hay que examinar grano por grano los inacabables arenales.
Sabemos, también, que, cuando lo encontremos y tratemos de recogerlo, el cristal se disgregará y sólo nos quedará un poco de polvo entre los dedos.
Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual.
Héctor G. Oesterheld, Los argentinos en la Luna, Argentina, 1968

2.3.06

Chica

Era nuestra primera noche en Santiago de Chile. El guitarrista y el bajista se habían quedado no sé dónde, arrullados por los ligeros efluvios del pisco con Coca-Cola, y yo me dirigía con la chica llamada Chica a algún lugar que no consigo recordar. Estaba solo en el asiento trasero de su auto, con ella abrochándose el cinturón de seguridad e intentando darme conversación, cuando Colorín se asomó por la ventana abierta del acompañante y le dijo algo a Chica, algo rápido e ininteligible como puede ser el chileno de madrugada. Ella asintió, buscando en su cartera de Pandora ante los ojos muy abiertos del pelirrojo. Chica se apoyó en la pierna la licencia de conducir y armó dos o tres prolijas líneas blancas. Ambos inhalaron profundamente y me ofrecieron con un movimiento de cabeza el ajado documento. "No, gracias", dije, con una sonrisa a medias, pretendiendo mundanía y logrando exactamente el efecto contrario.
Tras dos minutos cargados de nada, Chica se volvió y me sugirió "Abróchate el cinturón, cabro" y luego giró la llave en el contacto.

27.2.06

Semblanza del odio entre Aristide y Jean-Jacques

Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste.
Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo.
El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.

Arlistán, aleja de mí ese cáliz

No me habléis de néctar de los dioses, lleváos esa ambrosía. Esta mañana, tras tragar café soluble en agua de bidón durante diez días con sus noches, tomé un delicioso Franja Azul de Bonafide. He despertado.

19.2.06

Costa del Este

Michael Stipe canta At My Most Beautiful al lado mío, yo leo a Gérard de Nerval mientras la ducha recorre a An.
Juli y Leo juegan afuera, las luces de la galería recién encendidas y un aguacil deslumbrado.
El sol que guardo bajo la piel conserva nuestros calores y, excepto esto, no hay nada más que quiera escribir.

9.2.06

La Cucaracha soñadora

Era una vez una Cucaracha llamada Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha llamada Franz Kafka que soñaba que era un escritor que escribía acerca de un empleado llamado Gregorio Samsa que soñaba que era una Cucaracha.
Augusto Monterroso, La Oveja negra y demás fábulas, México, 1969

8.2.06

Con las mujeres no hay manera

Faltan 18 minutos para las once de la noche. Hace mucho calor, todo el que cabría esperar un 7 de enero. Jugar con esta Remington es tan insano como no hacer nada; es sólo otra manera de evitar el suicidio. O de justificarlo.
Luego: 22.46. La hora indicada para comenzar con las deshoras. Si se puede, claro. Si los vecinos no están dando otra fiesta, si esta noche providencial deciden dormir, si se fueron de vacaciones a Posadas, Chapadmalal o Helsinki. Lo mismo da mientras no se manifiesten (de "many fiestas"). Y, como no los escucho, no existen. Cogito, ergo sum. Me siento casi afortunado. Bendita sea la madre que dejaron en Misiones para venir a estudiar medicina en Buenos Aires, santa mujer que les reclama que la visiten en el verano, les cocina en la casa familiar y los arropa mientras la rubita suelta culebras por lo bajo y el muchacho coge una de esas borracheras totales, de pueblo selvático, de primera adolescencia, amigos y mujeres que trabajan con el cuerpo.
Yo escribo. Soy un cobarde. Las once y un minuto y todo por resolver. Andrea estudia en la cocina y protesta porque no logra dibujar no sé qué cosa. "Encima en papel cuadriculado", dice. Yo me pregunto por qué.
No todo es tan relativo, es que a veces cuesta decidir, es que no veo nada y escucho mal, es que mi nombre es tan universal (Juan, Jean, John, Ivan, Ian, Jan) que no me pertenece. O, al menos, no más que a todos los demás, mis queridos copropietarios.
-¿No habría que pegar una barrida? -pregunta Andrea desde la cocina.
-Sí -digo yo-, habría que. -Y voy.

7.2.06

De qué

-¿De qué se alimentan las hormigas voladoras, Ju? -preguntó ella.
-No sé -me escuché decir.
-¿Pero son coloniales? -insistió.
-Creo que sí, pero no sé -insistí.
-Miau.
Ambos miramos a Carola. Ella se lamió una pata.

6.2.06

Hallazgo

Andrea encontró el sábado una hojita acribillada por la Remington. El culpable, presumiblemente, soy yo y se trata del primer encuentro entre mis dedos y las teclas de mi nueva vieja máquina de escribir.
Yo no recordaba nada pero asistí, sentado en el futón, a la lectura de dicho papel. En la voz de ella, esos juegos tipográficos sonaban bien. Y los quise publicar.
Acá va el primero. Recibió, como los demás, su título fortuito gracias a la primera frase que flotaba arriba del párrafo. También como los otros, es ahora de Andrea.

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JUAN ES INVISIBLE
la tinta de esta vieja Remington Standard made at Ilion, New York, U.S.A. está un poco -bastante- seca, especialmente en las mayúsculas. No sé bien qué relación pueda haber entre una cosa y la otra, pero así es, my brother. Soul brother. Pavement brother. Brotha. Bro. Bromelia.

4.2.06

El caos

Al ser preguntado sobre qué es lo primero que haría si fuera gobierno, Kung-Fu-Tsé, vulgo Confucio, respondió: Corregir el lenguaje, porque si el lenguaje no es correcto lo que se dice no es lo que significa; si lo que se dice no es lo que significa, lo que debe ser hecho queda sin hacer; si lo que debe ser hecho queda sin hacer, la moral se deteriora; si la moral se deteriora, la justicia andará extraviada; si la justicia anda extraviada la gente quedará en una tremenda confusión. Y eso es el caos.

1.2.06

Mis alerones de pterodáctilo

Acabo de terminar de leer El que tiene sed y aún me laten los párpados. Es el temblor que nació en la página 236 lo que me obliga a transcribir para ustedes (y para mí, por el inmenso placer de dejar escapar estas palabras por las yemas de los dedos) el siguiente párrafo. En él Abelardo Castillo habla, usando la voz del escritor alcohólico Esteban Espósito -su alter ego-, de él y de mí y me hace sentir un poco miserable pero, definitivamente, entero.

"Y no son mis palabras, sino el tono: no es lo que estoy diciendo, sino lo que no puedo decir, lo que hace que el Viejo me mire como me está mirando. Estoy triste. Y estoy triste porque me voy. No puede ser, no puede estar sucediéndome semejante cosa. No soy un chico, soy un hombre maduro. Un maduro dipsómano, como había dicho el doctor Miguel el primer día. Y no he venido a aprender nada, a buscar ningún esplendor. El esplendor lo tengo en la bragueta, bajo la especie de un frío grabador con una lucecita colorada, tengo los genitales intactos detrás del grabador, no soy ningún chico desamparado en un umbral, no llego sigiloso a lugares donde está escrito: LOS QUE ENTRÁIS DEJAD NIÑOS Y PERROS, salgo, salgo de ésta como salí y saldré de todas, soy un helado cínico que graba al pobre don Jacobo, a mí, a la realidad entera, con sus enteras pelotas, con un hígado sospechoso y ambiguo, con unos riñones de hombreador de bolsas reactivados como para cargarme a todo el puterío de allá afuera en todas las posiciones del Kama Sutra, el Kama Gita y el Ananga Ranga, voy a cumplir treinta y nueve años, hace treinta que no lloro, soy dueño y señor de diecisiete mil millones deardientes células nerviosas a prueba de toda la serie de los metílicos, de la dulce Beatriz, de maniguas y pantanos, de Graciela Oribe, de mariposas negras y aguavivas, de Mara, de Cecilia, no tengo pie plano ni ladillas ni ano contra natura, estoy cruzado de cicatrices como un mapa, me falta un buen pedazo de ceja y parte de mi nariz abona los yuyos de una zanja pero, aparte de que quién me quita lo bailado y lo que me pienso bailar, siento crecer unos alerones de pterodáctilo bajo la camiseta, de ave roc, de fénix; tengo un cuaderno Leviatán de hojas cuadriculadas escrito hasta el final, con una carátula que dice Crónica de un iniciado, y otro a medio terminar, y tres carpetas, y una alegría de criminal nato mientras comete un crimen, por qué voy a estar triste (brrummm bom borombon crasch buum, hizo el trueno) si esto que se derrumba y seguramente también está siendo grabado por el sensible transistor de mi bragueta no soy yo, es el mundo, este manicomio, es esta horrible manera de creer que se vive y creer que se es feliz y creer que se ama a la que llamamos humanidad, el hombre, y es un ensayo a ciegas, un borrador, el delirio de un borracho, o quizá una enfermedad de la naturaleza, un escorbuto, una pestilencia que ensució la creación desde una estrella envenenada pero que un día de éstos, con la ayuda de mi bragueta o la de otro, de mi Leviatán y mis alerones o los de otro, será raída de la cara de la Tierra, qué es lo nuestro entonces, don Jacobo, si yo no tengo más que lo mío y me cabe bajo la piel y en un bolso de tela de avión, me cago en Dios Padre, qué es lo nuestro."

Abelardo Castillo, El que tiene sed, Libro II: Sic Transit, "El último día", Buenos Aires, 1985

31.1.06

Historia breve

Ella me descubrió, me buscó, me anheló, me esperó; luego yo entendí y caí.
Ahora soy yo quien la espera y respiro la certeza de que un día se irá con un físico y nunca podré perdonarnos.

30.1.06

El Año Nuevo chino puede ser una excusa...

... pero una versión especial de Jardín de instantes acaba de ser lanzada para el gran mercado asiático. Los comentarios, incluso en Pekín, siguen marcando 0: nosecuántos millones de chinos no pueden estar equivocados.



27.1.06

Siete minutos (coda)

Ella ahora dice odiarme por haber escrito eso que llamé "Siete minutos" y esgrime, como para justificar su insensatez, que lo escribí en el trabajo, que me tomó sólo siete minutos y que está muy bien. Lo que no logra entender es que ella misma me regaló esa semilla celeste sugiriéndome en un mail, unos minutos antes, que aprovechara el día soleado para plantar alguna flor en este Jardín. Y eso hice. Y lo más notable es que no es la primera semilla que me regala.
Ahora me odia y la culpa es suya.
Si hay algo que me gusta de esta pequeña cofradía es que somos capaces de odiarnos admirablemente los unos a los otros.

25.1.06

Siete minutos

Tengo estas semillas de ideas naufragando en el bolsillo derecho y, ante la perspectiva de comerlas como si de girasol fueran, elijo plantarlas, aún sabiendo que necesitan más cuidados de los que puedo prodigarles.
La lluvia de ayer humedeció la tierra y ahora ella, receptiva, se abre pidiendo mi mano agricultora. Dispuesto a satisfacerla, tomo una semilla celeste y la entierro. Queda un montoncito leve. Me inclino hasta casi tocar la tierra con los labios y le hablo, le cuento cosas de la selva misionera y de Horacio Quiroga, cosas que, intuyo, pueden entusiasmarla. También le informo las condiciones climáticas y le miento un aguacero que no existe, a ver si en una de ésas.
Pegando la oreja al suelo siento un temblor tímido, un ronroneo, una música subterránea. El delicado sonido del trueno.
Siete exactos minutos después asoma, entre los terrones un penachito celeste, casi blanco. Me nace una sonrisa y lo acaricio apenas, con el dedo índice recorriendo unas nervaduras que laten y se hacen más fuertes bajo mi tacto. Una especie de flor azul se abre y, en un pétalo, se sugieren unas palabras. Sosteniendo mi monóculo, leo: "Tengo estas semillas de ideas..."

20.1.06

Quién te viera

Quién te viera
pensar mientras
sola llevas sombras
del jazmín sobre tu cabeza.



Quién pudiera
ser la pena
que entre el agua
descansa en tus ojos, triste luna llena.



Si supieras,
un día serás de verdad
y habrá quien me quiera.





Eduardo Mateo, en "Mateo solo bien se lame" (Uruguay, 1972)

Se va, se va, se fue...

...y ya la extraño.

19.1.06

Mi mundo privado

Son las once de la noche
o tal vez las doce,
la tele está prendida
y se me acabó el día.
(se deslizó a mis espaldas).
Diarios viejos cubren el piso
pero yo ya leí
todos los suplementos juveniles.
Y ya comí
y no tengo más funciones vitales.
Así que miro por la ventana y me pregunto
por qué quiero que se caiga el mundo
si ni siquiera llueve.
¿Es el centro del universo
o sólo la parada del 168
lo que señala ese cartel en la vereda
a una cuadra de acá?
Si estamos solos.
Si estamos solos,
¿qué otra cosa puede ser?
Unos ojos maquillados me miran
desde la tapa de "Transformer"
y un sinsentido, otro escalofrío que me recorre;
tengo sed o nada de eso.
Tal vez esto sea nacer
o hacerme viejo.

18.1.06

Algo así

Lo pensé. No sé bien qué era, pero juro que lo pensé. Le di vueltas a la idea; era dura, pero la mastiqué igual. Tenía sabor a mucho.
El timbre repentino del teléfono hizo que me lo tragara. Miré al aparato, lleno de odio.

17.1.06

La respuesta

Esa pregunta de Subjuntivo motivó mi respuesta, esta respuesta, que viene a desbarrancar todo lo que había construído en mi habitación autoindulgente, esas cuatro paredes de madera de pino y un techito al borde de un precipicio.
Primero fue el año nuevo y el temor lógico, el constante desechar cosas por no considerarlas lo suficientemente buenas como para reinaugurar este Jardín. Ese miedo se convirtió luego en terror para, finalmente, dejar paso a la negación. Entonces no pude escribir. Ni un maldito mail. Leí mucho, eso sí (a un promedio espeluznante de dos o tres libros por semana) y jugué alguna noche en la mesa del comedor con mi vieja Remington y el placer redescubierto de tipear con un solo dedo y con mucha fuerza, aporreando las teclas, los dedos negros y esa música inaudita, curiosa mezcla de ametralladora con Gene Kelly bailando tap.
Nunca pude volver a plantar ningún instante en este vergel, en el que Andrea se perdía en pos de desmalezar un poco. Sólo escuchaba sus reclamos entre las cortaderas que, de a poco, iban invadiendo el porche. Aunque traté de consolarla, nada pude hacer: yo también me había perdido y las hojas, largas como cuchillos, me tajeaban las piernas y los brazos. Y la noche. Lo peor era la noche.
Ahora estoy de pie en un campo verde e inundado por el olor del pasto cortado. La tierra húmeda desprende vapor y el sol está empezando a asomarse. Todos mis amigos están por llegar.