Vientito del Paraná
Puta que estaba lindo Dorian Gray, entrecerrando sus ojos de hoja de soja y mojando las patas gráciles, núbiles, en el agua fresca del mediodía litoraleño. Eran piernas de quimera, las del muchacho, y boca de Dios.
El Marqués lo acompañaba y Sofanor Cardozo, el resero, calentaba al fuego las herraduras para sus dos convidados.
Dorian recitaba versos perversos y Donatien Alphonse François, que no era otro que el Marqués de Sade, los anotaba dequerusa en un cuaderno Avon, rayado, con espiral.
Cuando los herrajes estuvieron listos, don Cardozo llamó a los zánganos con un zumbido. Como sólo acudieron abejas macho, ansiosas de exhibir su virilidad revoloteando alrededor de él, el viejo se dirigió directamente a los dos amigos con un par de silbidos cortos, de los que antaño usara para llamar al Cachafaz. Esta vez tuvo éxito y Gray y el Marqués resultaron herrados. También el resero estaba errado, ya que había calentado cuatro herraduras para dos personas que daban toda la impresión de manejarse en dos piernas.
Entonces se comieron las dos herraduras sobrantes, calentitas, con el mate. Y se fueron.
El Marqués lo acompañaba y Sofanor Cardozo, el resero, calentaba al fuego las herraduras para sus dos convidados.
Dorian recitaba versos perversos y Donatien Alphonse François, que no era otro que el Marqués de Sade, los anotaba dequerusa en un cuaderno Avon, rayado, con espiral.
Cuando los herrajes estuvieron listos, don Cardozo llamó a los zánganos con un zumbido. Como sólo acudieron abejas macho, ansiosas de exhibir su virilidad revoloteando alrededor de él, el viejo se dirigió directamente a los dos amigos con un par de silbidos cortos, de los que antaño usara para llamar al Cachafaz. Esta vez tuvo éxito y Gray y el Marqués resultaron herrados. También el resero estaba errado, ya que había calentado cuatro herraduras para dos personas que daban toda la impresión de manejarse en dos piernas.
Entonces se comieron las dos herraduras sobrantes, calentitas, con el mate. Y se fueron.
Comentarios
S.
A nadie se culpe por mi decisión.
Igual me alegra leerlos y me regocijo en esos nombres que tiran con tanta impunidad (Quiroga, Vian, Wilde, ¡Borges!, ¿se dan cuenta?). Gracias por estar ahí y decir siempre tamañas pavadas, je.
Fran: celebro tu llegada a este humilde jardín. Estuve por tu Manteca al techo y debo decirte que... ¡a mí me gusta Belén Blanco!