Siete minutos (coda)

Ella ahora dice odiarme por haber escrito eso que llamé "Siete minutos" y esgrime, como para justificar su insensatez, que lo escribí en el trabajo, que me tomó sólo siete minutos y que está muy bien. Lo que no logra entender es que ella misma me regaló esa semilla celeste sugiriéndome en un mail, unos minutos antes, que aprovechara el día soleado para plantar alguna flor en este Jardín. Y eso hice. Y lo más notable es que no es la primera semilla que me regala.
Ahora me odia y la culpa es suya.
Si hay algo que me gusta de esta pequeña cofradía es que somos capaces de odiarnos admirablemente los unos a los otros.

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