Semblanza del odio entre Aristide y Jean-Jacques
Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste.
Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo.
El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.
Comentarios
real y absolutamente genial, de lo mejor de los frutos de este jardín! te odio, con un odio aún más temible que de Aritide.
me saco el somvrero, hago una reverencia y me retiro
Gracias por la reverencia, you can leave your hat on.
ahora los odio a ambos, con o sin somb(v)rero.
(te gusta el otoño?)
S.
pero me temo que el amigo Solo no leyó El arranca...
y vos tampoco...
es como comparar a S. con Abelardo
o a mí con... no. no les voy a decir con quién(es) me halagarià ser comparada... jijiji!
S.
S.
S.
ah, juan, ya posteaste, y algo de lo más simpático, por cierto...
les beso
Creo, y siento la obligación de decir esto, aunque no el gusto, creo decía, que Juan se refería a postear aquí mismo.
S.
así que Juan es Vian a veces, es Cortázar a veces
y vos sos perfeccionista, pero igual te queremos
y yo... una humilde servidora--- jijiji!