Que les souvenirs m'entraînent et j'aurai des yeux ronds comme le monde. Paul Éluard, «Dans le cylindre des tribulations».
Página 11. Fatalidad
Obtener vínculo
Facebook
X
Pinterest
Correo electrónico
Otras apps
Peces muertos
Demasiada información
a veces lastima
Osciloscopio del alma
Señal de ruido en una cinta de grabar
sonrisas
Lágrimas que nunca caerán
Así dijo ella
Fatalidad
Permanente vivir por nada
Obtener vínculo
Facebook
X
Pinterest
Correo electrónico
Otras apps
Comentarios
Anónimo dijo…
me gusta, y cuando pienso en qué voy a escribir, me doy cuenta que lo que voy a poner ya apareció previamente en otro comentario, aunque esta ve es distinto. y es que lo que voy a poner, es que lo primero que se me viene a la mente es cádaver exquisito. Pero es distinto, es más bien como un bello híbrido, un poema exquisito, o un cádaver poemático (poema cadavérico suena mejor, acaso? debería ser un exquisito poema cadavérico?).
Fatalidad asi dijo ella! me gusta la selección de palabras, la idea.
Anónimo dijo…
Gerund: me gusta tanto tu insistencia respecto a los cadáveres exquisitos (¿escribiendo conmigo mismo?) que te voy a aceptar lo de "cadáver poemático". Me tira más, claro, "poema cadavérico", pero tiene un matiz oscuro que no me interesa por el momento. Gracias, igual, por acuñar palabras tan lindas.
Paxzu: suelo escribir basándome más en la selección de palabras que en la idea, ergo: ¡qué bueno que te gusten las dos cosas! Asimismo, te doy la bienvenida a este humilde jardín y te invito a que te quedes. Podés elegir el árbol que más te guste y más tarde tomaremos té.
Caminaría mejor solo, ¿no lo ves? No, ¡cómo habrías de reparar en eso con "Lightning Strikes the Postman" estupidizándote! Esas guitarras de mierda de los Flaming Lips , pensé antes, cuando estábamos acostados y dos moscas fornicaban sobre tu pie sucio; y lo repito ahora, en el formidable racconto que desarrollo mientras el rocío del pasto nos moja las pantorrillas y vos hablás, hablás estúpida, vana, estéril, inicuamente.
Esto es una farsa, confesémoslo: nadie va a leer lo que escribo si no consigo hacerlo salir a través de mis dedos. Y si tengo que tomarme el trabajo de escuchar lo que pienso, ordenar las palabras mentales y traducirlas a palabras humanas y, luego, sobrellevar el enorme esfuerzo de presionar botones grabados con símbolos convencionales representando letras, ¿de qué manera se vería retribuido todo eso con el paso fugaz de algunos pares de ojos sobre mis renglones? ¡No tiene ningún sentido! Ahora tengo la certeza: seré un vagabundo y mantendré, en silencio, frondosas conversaciones conmigo mismo. Que los demás se vayan a criar malvas.
Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste. Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo. El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.
Comentarios
asi dijo ella!
me gusta la selección de palabras, la idea.
Paxzu: suelo escribir basándome más en la selección de palabras que en la idea, ergo: ¡qué bueno que te gusten las dos cosas!
Asimismo, te doy la bienvenida a este humilde jardín y te invito a que te quedes. Podés elegir el árbol que más te guste y más tarde tomaremos té.