Ido

Caminé de nuevo por esa calle que, de tan transitada, perdió el nombre. Avanzaba despacio, concentrado en la lectura de un libro de Bioy Casares, por lo que alguna gente me esquivaba y otra se topaba conmigo de la peor manera posible: ausente.

El sol de las cinco lo abrasaba todo a la vez que me abrazaba a mí y hacía fosforecer las páginas del libro. Las letras, hormiguitas chamuscadas, se volvían rojas. Yo era de algún color parecido, aunque traslúcido. Era una suerte no estar clavado al papel.

Tenía que decidir la forma del resto de mi vida y eso, en Morón, no es un detalle menor. Igual me tomé el tren. Sucedió entonces el viaje, ese tiempo en el que uno queda a merced de los caprichos ajenos, de los deseos de remotos maquinistas y operarios, de directores y directivos, de transeúntes y pasajeros, de vendedores ambulantes. Esos minutos muertos se parecen tanto a la libertad. Todos decidían y yo aún no había llegado.

Ahora, de regreso a casa, paro a mirarme: estuve ahí y eso fue lo de menos. Me quedará todo lo demás cuando lo encuentre. Cuando me encuentre.

Ahora estoy entero y el viento me empuja.

Ahora.

Comentarios

Subjuntivo dijo…
No debe ser más que un comentario obtuso, pero después de todo, la sensación que me queda está atada al tren.
Serán recuerdos, o qué sé yo, pero el tren merecería un capítulo aparte. O todo un libro. O incluso todo un cuento.
Qué lindo el tren...


S.
Anónimo dijo…
o al viaje, al viajar, al no estar en ningún lado, pero estando; al estar en movimiento, pero quieto; a ese perderse en el tiempo y el espacio que proponen los trenes o los micros larga distancia o los viajes largos en colectivo. la clave es el viaje largo, ese en el que uno piensa, siente, mira por la ventana, escucha música, o no, lee, se dispersa, viaja entre recuerdo, viaja entre paisajes.
se pierde, sin perderse. sin encontrarse. sin.
Anónimo dijo…
Pucha están lindos hoy sus comentarios... Escriban más, mecachendié.
Anónimo dijo…
viste? anduvimos armando posts por ahí, somos dos que formamos una unidad, que nos completamos, que nos complementamos (como otros dos que yo conozco...)


(claro que de eso ya se dieron cuenta los demás, mucho antes que nosotros)(que en realidad todavía nonos dimos cuenta del todo...)
Apollonia dijo…
Además no cualquiera, y digo *no cualquiera* elige su futuro en Morón, contexto definitivamente estimulante.

Y claro: el tren, para los que lo tomamos en contadas ocasiones, tiene ese qué se yo, ¿viste?, tan de tango, tan de viaje anímico.
Subjuntivo dijo…
Sí, Apollonia tiene razón, y G también, pero en mi caso particualr no tomo al tren como un viaje largo ni como una experiencia poco habitual. Ahora no lo tomo nunca, es cierto, pero supe tomarlo (ahora me olvidé) regularmente cuando era chico.
No podría describir qué es lo que tanto me gusta, pero es todo junto. Aunque es todo lo opuesto, mi fantasía o recuerdo digo, de viajar en el Sarmiento, o en cualquier tren ahora. Es una cosa más idílica. Tal vez un día logre, incluso, viajar en el Orient Express. (no, no lo voy a lograr)
Tal vez mirar por la ventanilla sea lo easpecial, no sé.

Ahora, eso de decidir el destino en Morón, ciertamente que no es un dato menor!
Si Morón supiera...

S.

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