Compararme con Lord Byron -nada menos- faltando apenas ocho minutos para las 3 de la mañana, no hace más que dejar en evidencia el embotamiento producido por la falta de sueño. Dormí, cabecita loca... Y gracias :)
Anónimo dijo…
No sé si Apollonia te compara con Lord Byron, sólo dice que sos un poeta maldito que escribe lindo. De hecho, a LB lo mencioné yo, porque era un poeta maldito y tenía una hermana. si vamos a los papeles, vos decís de vos mismo que sos un poeta maldito, que es lo mismo que era LB, por lo tanto... algo, seguro que hay alguna resultante de este problema matemático. pero no sé cuál es.
Caminaría mejor solo, ¿no lo ves? No, ¡cómo habrías de reparar en eso con "Lightning Strikes the Postman" estupidizándote! Esas guitarras de mierda de los Flaming Lips , pensé antes, cuando estábamos acostados y dos moscas fornicaban sobre tu pie sucio; y lo repito ahora, en el formidable racconto que desarrollo mientras el rocío del pasto nos moja las pantorrillas y vos hablás, hablás estúpida, vana, estéril, inicuamente.
Esto es una farsa, confesémoslo: nadie va a leer lo que escribo si no consigo hacerlo salir a través de mis dedos. Y si tengo que tomarme el trabajo de escuchar lo que pienso, ordenar las palabras mentales y traducirlas a palabras humanas y, luego, sobrellevar el enorme esfuerzo de presionar botones grabados con símbolos convencionales representando letras, ¿de qué manera se vería retribuido todo eso con el paso fugaz de algunos pares de ojos sobre mis renglones? ¡No tiene ningún sentido! Ahora tengo la certeza: seré un vagabundo y mantendré, en silencio, frondosas conversaciones conmigo mismo. Que los demás se vayan a criar malvas.
Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste. Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo. El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.
Comentarios
Dalí será hermano de estos dos también? Calza mil puntos en la descripción...
S.
¡Da nombres, vive dios!
Compararme con Lord Byron -nada menos- faltando apenas ocho minutos para las 3 de la mañana, no hace más que dejar en evidencia el embotamiento producido por la falta de sueño. Dormí, cabecita loca...
Y gracias :)
sí, sí, es que yo también estoy dormida...