Semblanza del odio entre Aristide y Jean-Jacques

Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste.
Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo.
El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.

Comentarios

Anónimo dijo…
este es tuyo? en serio? en serio?

real y absolutamente genial, de lo mejor de los frutos de este jardín! te odio, con un odio aún más temible que de Aritide.

me saco el somvrero, hago una reverencia y me retiro
Anónimo dijo…
¡Es mío, es mío! Te confieso, además, que contaba con tu odio. Si te sirve de algo, estoy leyendo El otoño en Pekin así que, una vez más, todo es culpa tuya.
Gracias por la reverencia, you can leave your hat on.
Anónimo dijo…
sabés qué? supuse que Vian tenía algo que ver con todo esto, sentí una leve brisa del franchute maldito ese entre tus líneas
ahora los odio a ambos, con o sin somb(v)rero.

(te gusta el otoño?)
Anónimo dijo…
Ahora si quieren, pueden odiarme a mí, pero mientras lo leía creí que era un extracto de el Arrancacorazones. Aunque parece que no. Pero... como que me hizo acordar... pos pa que te voy a decir que no si sí...

S.
Anónimo dijo…
claro, si apesta a Vian por todos lados
pero me temo que el amigo Solo no leyó El arranca...
y vos tampoco...
Anónimo dijo…
una cosa me queda por decir, que no pude en el último post que escribí (pero que no aparece publicado -espero que eso se deba a que pasen por control de calidad y no a que se hayan perdido-), y es que que tu texto exhale guiños de Vian es una de los halagos más grandes que puedan venir de mi parte. te lo digo por si no lo sabías.

es como comparar a S. con Abelardo
o a mí con... no. no les voy a decir con quién(es) me halagarià ser comparada... jijiji!
Anónimo dijo…
Con Virginia Wolf.

S.
Anónimo dijo…
Ni ahí. Todo bien con Vir, pero jamás de los jamases querría escribir (ni terminar) como ella. de dónde sacaste eso, S.?????
Anónimo dijo…
Del segundo cajón. Perdón.

S.
Anónimo dijo…
el segundo cajòn seguramente será de otra...
Anónimo dijo…
¡Qué divertido es lo de ustedes, Ironía y Subjuntivo! Celebro vuestra exhibición y prometo no postear nada nuevo hasta que terminen de sacarle el jugo al tema.
Anónimo dijo…
PD: igual yo preferiría Arlt que Castillo, aunque este esté muy bien.

S.
Anónimo dijo…
preferirías a Arlt en lo que escribe, pero admití que te cabe el eperfeccionismo obsesivo de Castillo...
ah, juan, ya posteaste, y algo de lo más simpático, por cierto...

les beso
Anónimo dijo…
Sí, de alguna manera sí, pero de otra no, porque eso mismo me lo quiero sacar un poco, y empezar a dormir sin tanto revuelo.

Creo, y siento la obligación de decir esto, aunque no el gusto, creo decía, que Juan se refería a postear aquí mismo.

S.
Anónimo dijo…
No, S., lo que yo proponía era no aparecer más por el jardín y, como señala doña Gerundia, me traicioné. Si hay alguien en quien no puedo confiar, es en mí.
Anónimo dijo…
vio, S.? a la final siempre tengo razón... jijiji!
así que Juan es Vian a veces, es Cortázar a veces
y vos sos perfeccionista, pero igual te queremos

y yo... una humilde servidora--- jijiji!

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