Siento mariposas en el estómago. Cientos de insectos. Aleteando, estirando y contrayendo la espiritrompa, dejando mis jugos gástricos cubiertos por una delgada película de polvo plateado y cadáveres apelotonados, negros y de alas babosas.
Algunas, las más afortunadas, suben por mi faringe.
Yo canto y se me escapa una. Anaranjada. Vuela hacia la ventana y Matías la atrapa en el aire con zarpazo certero.
Ya siento subir otras. Cientas.
2 comentarios:
Sencillamente genial
Bravo!
Es cierto, me gustó. No sé si es genial, pero puedo aceptarte el "sencillamente". Infinitas gracias.
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