Frantisek

Niño Frantisek buscaba una señal en el cielo como la estrella de los Reyes Magos, alguna cosa así, medio Dickens. No había nada de eso: apenas un cartón de Cindor Shake, de esos espantosos de frutilla, o de banana, a quién se le ocurre. Una aberración.

Niño Frantisek lloraba entonces. Lejos de papá, además, porque le había prohibido llorar. Eran muy pobres y no podían darse el lujo de.

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