Juan y el escribidor
Estuve escribiendo canciones. O no, no del todo: sólo hice las letras. Hace ya un tiempo que mi labor como songwriter integral choca con mis numerosísimas limitaciones como instrumentista, por lo que le di lo escrito a mi amigo el Zombienauta para ver si él, con su gran talento, podía lograr lo que yo no. Y, claro, lo hizo. Anoche me cantó por teléfono las dos canciones. Escuchar mis palabras en su voz y envueltas en una melodía que yo jamás hubiera podido desarrollar me hizo verlas de otra manera. Las reconocí, recordé a la mayoría de ellas y pude ver los hilos invisibles de mis construcciones, pero no las sentí mías. Son ajenas. Deben ser de él. No sé. Lo que tengo claro es que la música las revalorizó. Ahí van: 1. Predicador en el desierto El confesor me miró y me dijo así: "Enciende ya tu motor y vámonos de aquí". "Espejismo debes ser, o estatua de sal. En este desierto no hay nada que salvar." Me apuntó con un revólver. Sus ojos tenían fuego. "Arderás ...