Cable inmediato

Otra noche en la redacción del diario.

Flota en el aire esta cosa, y no pienso hacerme responsable. Es como un ansia –cigarrillos y café–, los ojos enrojecidos tras los anteojos que, pobres, ya no pueden hacer nada y el cansancio que se borra, se va, se disuelve en este impulso de escribir, los dedos que saltan solos sobre el teclado, lo literario colándose entre las hojas corregidas con tinta roja y la pantalla llena de paja, cortesía de Télam y Ansa.

Esto no será nada. Nada intento contar, no me importa quién me lea. Se trata de un desahogo, y nada más. Escribir o morirse.

Comentarios

Santiago dijo…
Escribir!
AleXandra dijo…
Y de tanto ojos rojos, de tanto escribir, logró usted encontrar fuerzas para escribir algo en este bendito blog?
Eso se llama dependencia total y absoluta a la escritura... siga así... siga así que nos gusta.
Loca_Sola dijo…
Escribir o morirse entre los cables de Telam y Ansa. Escribir, siempre.
Tenía un trabajo parecido. Ahora tengo uno un poquito menos parecido, pero en el que no se puede fumar. Saludos desde esta redacción...
RocanLoveR dijo…
Algo me dice que esta usted en su salsa.
y si es escribir o morirse, has elegido el camino correcto, ve que todo es cuestion de eleccion?

Que no se me caiga el maestro.P

Abrazos
Anónimo dijo…
Juan, impura disección del alma para escribir y seguir...


Le envío un abraxo.
Apollonia dijo…
Escribir, escribir.

Por eso escribimos.
Romau dijo…
Si, si, escriba, guardese la muerte para más adelante.
Además si escribe y después se muere va a vender más libros!!!
Juan Solo dijo…
Santiago: Elegí lo mismo, al menos por ahora. Gracias por el apoyo :)

Alexandra: No estoy tan seguro de que la cosa sea como la ve usted, pero siga mintiéndome y, en una de ésas, termino creyéndole.

Loca: ¿Puedo preguntarle cuál es su trabajo?

Rocanlover: Puede ser, ¿eh? Me gusta pensar eso, sí. Gracias por andar siempre por ahí.

ZQ: Gracias. En serio.

Apollonia: El suyo es el aval que esperaba. Gracias.

Romau: La muerte no me apetece en este momento, así que la dejaré, tal como sugiere. Lo que no me cierra mucho es el otro razonamiento: ¿de qué me servirá vender libros después de muerto? Mi viuda e hijos no van a agradecérmelo. Prefiero ser un escritor maldito y no vender nada ni antes, ni durante, ni después.

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