Que les souvenirs m'entraînent et j'aurai des yeux ronds comme le monde. Paul Éluard, «Dans le cylindre des tribulations».
Cualquier día de estos
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No soy mi amigo, aunque igual estoy molesto conmigo. Por ahora elegí ignorar la cuestión, pero cualquier día de estos me mato con la indiferencia. Sería un suicidio bárbaro.
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Comentarios
Anónimo dijo…
no entiendo muy bien ese aunque por lo demás, me encanta, sobretodo la frase final...
Anónimo dijo…
Puedo ser tu amigo?
:$
Anónimo dijo…
Uy, sí. A la primavera le salió el tiro por la culata y yo también estoy durmiendo con el enemigo -yo misma-.
Anónimo dijo…
m: Yo tampoco lo entiendo mucho, para serle sincero. Supongo que apareció ahí porque, al no ser amigo mío, ni siquiera debería estar molesto. Pero no lo sé. ¡Gracias!
Creep: Usted ya es mi amigo, caballero. No se preocupe :)
Apollonia: ¿Le interesaría participar de un suicidio en masa?
Anónimo dijo…
Che y si los junta un amigo en común no hay chance que se vayan haciendo amigos??? Se invitan unas copas y terminan borrachos, abrazados, comenzando a disfrutar de una nueva amistad...
mmm...
...la imagen que me está generando esto es medio feita... no se... mmm...
Mejor me voy.
Anónimo dijo…
Jajajaja ¡muy bueno, loco!. Original y sincero.
¡Besotes y gracias por visitar mi blog!
Anónimo dijo…
Romau: Le agradezco la buena intención, pero realmente no hace falta. Yo y yo estamos en proceso de sanar nuestras mutuas heridas. Ojalá esta vez estemos en paz.
Caminaría mejor solo, ¿no lo ves? No, ¡cómo habrías de reparar en eso con "Lightning Strikes the Postman" estupidizándote! Esas guitarras de mierda de los Flaming Lips , pensé antes, cuando estábamos acostados y dos moscas fornicaban sobre tu pie sucio; y lo repito ahora, en el formidable racconto que desarrollo mientras el rocío del pasto nos moja las pantorrillas y vos hablás, hablás estúpida, vana, estéril, inicuamente.
Esto es una farsa, confesémoslo: nadie va a leer lo que escribo si no consigo hacerlo salir a través de mis dedos. Y si tengo que tomarme el trabajo de escuchar lo que pienso, ordenar las palabras mentales y traducirlas a palabras humanas y, luego, sobrellevar el enorme esfuerzo de presionar botones grabados con símbolos convencionales representando letras, ¿de qué manera se vería retribuido todo eso con el paso fugaz de algunos pares de ojos sobre mis renglones? ¡No tiene ningún sentido! Ahora tengo la certeza: seré un vagabundo y mantendré, en silencio, frondosas conversaciones conmigo mismo. Que los demás se vayan a criar malvas.
Eran dos. El de la derecha se llamaba Aristide y el otro no se llamaba dado que, estando siempre consigo, comprendía la futilidad de tal acto. Su madre, de todos modos, le había puesto Jean-Jacques. Le había depositado el nombre en cuestión en el hombro y así lo llevaba el pobre muchacho, ayudado de tanto en tanto por un pedacito de cinta Scotch o un apósito protector usado. Su vida era muy triste. Los dos se odiaban a muerte, aunque el odio de Aristide era un poco más temible que el de Jean-Jacques y éste vivía aterrado: su odio, verde y ligeramente peludito, apenas sobrepasaba el tamaño del pulgar de su enemigo. El sentimiento mutuo crecía en pos de estas cuestiones de tamaño y medida, y ambos se veían obligados a recomenzar las discusiones todo el tiempo para ajustarse a los parámetros cambiantes. Realmente, odiarse era odioso.
Comentarios
por lo demás, me encanta,
sobretodo la frase final...
:$
Creep: Usted ya es mi amigo, caballero. No se preocupe :)
Apollonia: ¿Le interesaría participar de un suicidio en masa?
mmm...
...la imagen que me está generando esto es medio feita... no se...
mmm...
Mejor me voy.
¡Besotes y gracias por visitar mi blog!
Zorra: Bienvenida, ¡qué bueno que te gustó!