Hermosas cuencas vacías
Con un cuidadoso movimiento, Adela se despegó la nariz y la apoyó sobre uno de los estantes de la cómoda. Muy contenta, tarareando "Chloé" en la versión de Duke Ellington, hizo girar con los dedos su ojo izquierdo hasta desenroscarlo; repitió la operación con el derecho mientras se sentaba en el tocador y, tanteando, los dejó en su estuche, en el cajón chiquito. "Hermosas cuencas vacías debo tener", pensó, a la vez que se desencastraba la boca. Aunque no pudo verlo, dejó un reguero de saliva sobre el espejo: tenía que parar de cantar al sacarse la boca. Las orejas salieron con el pelo, en un único movimiento, para ir a posarse sobre la cabeza de telgopor que, bajo el espejo, dominaba la habitación.
Así, desrasgada, Adela se fue a dormir. Esa fue la noche en que el ratón gris se comió todo.
Así, desrasgada, Adela se fue a dormir. Esa fue la noche en que el ratón gris se comió todo.
Comentarios
je
Había soñado una vez con quitarme los ojos al irme a dormir y así refrescar mi mente durante la noche...y resultó que me sucedió algo parecido al caballero de la armadura oxidada ....
.....
Me alegra verte de nuevo, un abrazo...
reminiscencia por asociación con
el perro andaluz
y un apunte en sepia, como corto de cine mudo.
las cuencas vacías: un dñia me quedé con ellas....
¿Dónde estás?
Igual hubiera sido mejor aún que se lo comiese todo su perro fiel.
Un saludo