14.11.05

Invocación

Una noche más que no es más que otra.

Vine a buscarte.
Horas y horas de vigilia quedaron atrás,
libros para aprender a escribir cartas de amor y odio en Belgrano
y setecientos cincuenta y un exactos boletos de colectivos, trenes y aviones
(tickets to ride far away).
Un parcial más, una cancelación y una corrida.
El próximo jueves tocamos otra vez en El Colonial.
Estoy automatizado y el café es mi único combustible.
Mi analista me llama por teléfono, desorientado.
Mi vida está bien, aunque le falta algo de... algo de vida.
Y en medio de toda esa vorágine, yo te extraño.
A veces, en serio, lo hago.
Los colectivos siguen sumando los números de una A.
Quisiera encontrarte alguna noche y dejarte saber que
no te odio
ni sabré hacerlo nunca.
Esto no fue más que una invocación,
una comunión,
el tímido calor de un sol de mentira.
Un lazo nuevo y viejo a la vez.
Espero sepas tomarlo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

este también es viejo? me gusta mucho! tal vez le falta algo de vos, algo de eso que marca claramente tu estilo. pero es muy bonito, esa mezcla de ausencia de vida en vida pero con la ternura agazapada por todas partes...

Anónimo dijo...

Es viejo también, sí; es de cuando mi analista me llamaba por teléfono, yo trabajaba en un call center en Belgrano y cada tanto tocaba con un grupo de flamenco moderno y tenía el corazón roto.
Me alegra que te guste. Lo que decís de la ternura agazapada me alegra el día, gracias.
En serio.

Anónimo dijo...

me había dicho S que tocabas flamenco...
yo estudiaba baile flamenco. era una época en la que estudiaba teatro, danza árabe, baile flamenco y tenía pequeñas voces que flotaban a mí alrededor... cuando se desvanecieron, se me rompió el corazón. y dejé de bailar. y de actuar.

(aunque no del todo. sigo bailando en la oscuridad de mi cuarto, cuando brilla la luz de luna. sigo cantando cuando nadie me oye. sigo recitando líneas de Bodas de sangre para la brisa nocturna veraniega...)

Apollonia dijo...

En mi caso, alguien también tendría que avisarle que no lo odio ni sabré hacerlo nunca.

Aunque la verdad creo que lo sabe, y que por eso, cada tanto, se da el lujo de volver a romperme el corazón.