2.11.05

What are you looking at, Constanza?

Trepo más allá de la mirada insidiosa. No por ella en sí, sino porque intuyo su capacidad de arrastrar palabras pretendidamente amistosas. Palabras que no deseo.

Él está perdido. Típico terror al silencio. La gente es así.

Oyendo sólo el sonido de mi respiración escribo. Me siento bien entre los renglones y vienen a mi mente imágenes de Tim Burton.

Tengo calzados mis viejos zapatos de cuando comencé la secundaria. Están desgastados, sucios y los años se han llevado su forma original. Por eso me gustan: me conocen y los conozco. Son como abuelos sabios.

A él nadie lo conoce. Desesperado por mi mutismo, abandonado en un mundo que nunca fue el suyo, se paró en el pasillo. Las personas pasan, la vida fluye y lo saluda con un suspiro verde que no le está destinado. Él no lo sabe y responde con holas y adioses.

Nunca va a saber que no me importa en lo más mínimo. Nunca podrá percibirlo.

Y esa barba tan fea, por dios! Me irrita la gente que no se resigna a ser lampiña. Me irritás, Diego Pérez.

Y ahora me doy cuenta que sí me importabas. En quién descargaría, si no, mi lluvia de pedruscos de desdén?

Cuidado, Diego Pérez. No te confundas. No es a vos a quien necesito; sólo tu reflejo en mis pupilas cansadas, en los agujeros tormentosos de mi rostro. Tu reflejo. O el de cualquier otro.

Qué mirás, Constanza? La realidad está más allá.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bueno. muy... algo que no estoy segura, algo argentino, porteño, algún cortázar raro, de oficina, o algo más arlt, pero no lo violento de alrt, lo opresivo de lo cotidiano de arlt. mmmhh... y algo de bartleby. ah, ya sé, la horrible oficina del extranjero de camus.

o tal vez no, nada de eso. tuyo y de nadie más.

sí, es eso. seguro.

jiji!

Anónimo dijo...

jah! ya no respondes a los posts! jah!

Anónimo dijo...

Tenés razón: soy un desconsiderado.
Lo cierto es que esperaba que alguien comentara algo más -especialmente a raíz de tu post, que me pareció muy rico-, para poder hacer lo que hace Apollonia en su gran Puede Fallar, que es tirar cuatro o cinco respuestas de un saque. Pero no pude.
La popularidad se va. Deberé dejar de refritarme. Deberé ponerme a trabajar en serio.
Mientras tanto te contesto a vos, querida Gerund: gracias. ¡Y vamos Camus, carajo!